Desde marzo, las noticias internacionales e incluso la mayoría de nuestras conversaciones casuales han “girado en torno a la COVID-19 en todo momento”, y se centraron primeramente en el devastador efecto del virus en sus víctimas; y, luego, en las formas en las que la pandemia ha puesto nuestra vida económica, social y cultural de cabeza. Sin embargo, el cambio climático no ha cesado, y la tierra no ha dejado de girar. Analicemos algunas historias que quizás hayas pasado por alto.
Los asesinatos del guardia de seguridad de Minneapolis, George Floyd, (que murió por asfixia cuando un oficial de policía se arrodilló sobre su cuello durante nueve minutos); la paramédica de Kentucky, Breonna Taylor; y el trotador de Georgia, Ahmaud Arbery, todos afroamericanos, han dado lugar a protestas generalizadas a lo largo de los Estados Unidos y en todo el mundo. Si bien las protestas, en su mayoría pacíficas, en ocasiones se vieron invadidas por agresión por parte de la policía y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con enviar al ejército para acabar con las protestas, estas han continuado durante 10 días, hasta la fecha de publicación de este artículo. “No pararemos hasta obtener la verdad y justicia, y dar con los responsables. Por favor, no dejen de decir su nombre”, declaró la familia de Taylor en un comunicado.
Un hombre armado que se hacía pasar por un oficial de policía asesinó a 22 personas, antes de él mismo ser asesinado en un enfrentamiento con oficiales de la Real Policía Montada de Canadá (Royal Canadian Mounted Police, RCMP), el 19 de abril, en Enfield, Nueva Escocia. Algunas de las víctimas fueron dos enfermeras, un oficial de la RCMP y un músico de 17 años de edad. Al menos una persona, la novia de toda la vida del hombre armado, fue agredida, pero sobrevivió. Este ataque fue el peor tiroteo masivo en la historia canadiense. Los familiares de las víctimas están apelando al gobierno provincial y al federal para lanzar una investigación pública, a fin de descubrir qué fue lo que sucedió exactamente durante las más de 12 horas en las que el asesino estuvo suelto.
El 22 de marzo, mientras el mundo se adaptaba al confinamiento debido al coronavirus, un terremoto con una magnitud de 5,3 grados azotó a Zagreb, la capital de Croacia. De acuerdo con el periódico The Guardian, el terremoto “originó daños generalizados y la evacuación de hospitales”, y fue el más fuerte que azotara la ciudad en 140 años. “Muchos edificios en la capital se agrietaron, y las paredes y los techos se dañaron. Las calles quedaron plagadas de desechos. Las losas de concreto cayeron sobre los automóviles, y las chimeneas acabaron en las entradas de los edificios”, de acuerdo con el periódico británico. Una persona falleció y al menos 26 resultaron heridas.
A fines de abril, 13 000 personas en Fort McMurray, Alberta, y sus alrededores se vieron obligadas a abandonar sus hogares cuando una masiva obstrucción de hielo de primavera en el río Athabasca ocasionó una inundación devastadora. Al menos una persona perdió la vida. Las pérdidas por los daños ocasionados por las inundaciones se estimaron en CA$228 millones (aproximadamente US$162 millones). Hace cuatro años, los evacuados regresaban a la zona, luego de que un devastador incendio forestal obligara a miles de personas a marcharse de la ciudad canadiense. “Las personas habían construido casas completamente nuevas [desde el incendio] y ahora, esta mañana, esas viviendas han desaparecido, una vez más”, declaró un político local ante la CBC, y calificó a los efectos continuos de los incendios, la pandemia de COVID-19 y la inundación como “un golpe triple”.