La esposa del príncipe Michael de Kent acudió al almuerzo de Navidad de Isabel II con una joya que muchos han considerado ofensiva y racista
La atención estaba centrada en Meghan Markle, que ha abandonado su carrera para casarse con el príncipe Enrique de Inglaterra. El motivo: la exactriz de Suits se reunía por primera vez con el grueso de la familia real británica en el almuerzo anual de Navidad de la reina Isabel, una cita que por primera vez se saltaba el protocolo no escrito de no aceptar a parejas de sus ilustres invitados si aún no han contraído matrimonio.
Pero rápidamente el interés se desvió en las redes sociales hacia el accesorio en forma de broche que llevaba la princesa María Cristina de Kent en la solapa de su abrigo: una joya que representa el busto de un joven negro con corona adornada con coloridas piedras preciosas.
Con o sin intención por parte de la esposa del príncipe Michael de Kent, que ya en 2014 dijo que “Diana era una ignorante que no sabía hacer frente a la fama porque no tuvo una madre estricta”, el gesto ha sido interpretado por muchos observadores como una ofensa hacia Meghan Markle, que pronto se convertirá en otro miembro más de la familia al contraer matrimonio con quien entonces será el sexto en la línea sucesoria de la corona.
Es evidente que el broche ha recibido críticas debido al origen birracial de Meghan Markle, de madre negra y padre blanco. Los portavoces de la casa de Kent han rechazado hacer declaraciones al respecto, pero la sentencia popular es clara: no era el día para elegir una joya de un género conocido como Blackamoor o Moretti, original de la Venecia del siglo XVI y que ha recibido críticas en otras ocasiones por promover imágenes que se consideran racistas. Las piezas de este cotizado estilo de joyería se realizaban mayoritariamente con piedras preciosas, cara de ébano y cuerpo de oro y plata, y representan imágenes de personas de ascendencia africana.
La princesa de Kent ya ha recibido en otras ocasiones críticas por racismo: en 2004, mientras se encontraba en un restaurante de Nueva York, se comentó que había dicho a un grupo de comensales afroamericanos que “volvieran a las colonias”. Y fueron incluso peor las declaraciones que realizó con posterioridad para intentar reparar el mal por su tono condescendiente: “Hace años incluso fingí ser africana pero debido a mis ojos claros no me salí con la mía”, dijo. Y añadió: “Viajé en autobuses africanos, quería escribir y tener experiencias. Viví esa aventura con estas personas absolutamente adorables y especiales y me llamaron racista: es un cuchillo en el corazón porque realmente amo a esta gente”.
Durante los meses de su mediático noviazgo, Meghan Markle ha hablado en repetidas ocasiones sobre la relación de su familia con el racismo y la discriminación. “Es desalentador”, manifestó Markle a la BBC cuando se le preguntó sobre las reacciones racistas a la relación de la pareja. “Sabes que es una lástima que ese sea el clima en este mundo pero, al final del día estoy realmente orgullosa de quién soy y de dónde vengo, y nunca nos hemos enfocado en ese aspecto. Nos hemos centrado en quiénes somos como pareja”.
El mismo príncipe Enrique realizó el año pasado una declaración en defensa de su novia y criticó lo que denominó como el abuso racista y sexista que había sufrido su pareja desde que se descubrió su relación. Señaló específicamente los “matices raciales de los comentarios” y el “sexismo descarado y el racismo de los trols de las redes sociales y de los comentarios de artículos publicados en web”.